UN FIN CON EL ÚNICO FIN DE DEJAR TU ECONOMÍA HASTA EL FIN.

  Pedro Alfonso González Ojeda.



No quise publicar este Famoso Blog hasta pasada la euforia que desde hace seis años ocurre en México. Arrebatos esquizofrénicos que nos llevan a salir de la tranquilidad de casa y gastar con imprudencia lo que nos pagan con bajo salario las instituciones y los particulares.
El eufemismo de reactivar la economía solo para las tiendas departamentales de los gringos mala facha. El dinero no circula, porque a sus trabajadores no les dan ni agua. Depósitos millonarios de un fin de semana para beneficio de los impuestos de las arcas de estados unidos-con minúsculas-, y el empobrecimiento de la gente que si bien es cierto compra oportunidades, se queda lista para brincar a la cartera vencida de los adorables bancos que fustigan a este país.

Lo curioso de todo, es que las personas que compraron con inteligencia en esta oportunidad de "rebajas", se hicieron de lavadoras que secan bien, con tecnología de cohete espacial, turbina y toda la cosa, adquirieron seguros de vida o viajes en avión a destinos insospechados y aquellas que por sugerencia de asesores picudos, compraron en la bolsa de valores acciones de mercados como Soriana, Walmart, Costco que subieron más del cien por ciento.


Estar arremolinados en una tienda, repartiendo codazos o arrebatándose prendas que todo mundo compra y que nos tienen uniformados en plena calle, como la camisa que hace una semana compré en el puerto de no sé dónde, la vi en exhibidores de otra tienda menos curra por montones a mitad de precio. Es que así es la cuestión, se va uno en la finta y como dice el dibujo de la derecha, a nadie le importa lo que compras.

Pero se requiere un poco de comprensión para admitir la conducta de nuestros coetáneos, ¡Comprar es a toda madre! Adquirir bienes es tan bonito como festejar el cumpleaños antes de tiempo, lo malo es que ante toda acción...y esa puede ser que se depaupere la ya de por si precaria economía o que no lleguemos a casa con los frijoles y el arroz que nos encargó la dama en cuestión, lanzándonos al arribar, miradas de veneno de acción rápida, como de cianuro y nos pida la camisita para asarla en el comal...¡Y te la tragas!
En el buen fin, la estadística comercial de esta mañana en el Universal, nos dice que el 57% de la gente compró pantallas de televisión, incluyendo a mi cuñada, mi tía Lupe, la chacha y dos primos de mi secre. El 30% se hizo de ropa y el 12.0003 restante boletos para hotel y avión. Yo me hice de cien acciones de la tienda con gasolinera.

Obviamente a mi no se me menciona en la estadística, me incluí por necedad, solo para presumir, pero no es cierto, no compré nada en el fin de marras. ¡Ah si, fui al oxxo por mi coca light! Para no romper el hilo de la conversación, supe que los amantes de lo ajeno robaron una de esas tiendas de conveniencia con lujo de pistola, donde los empleados muestran una actitud bien aprendida, no se metieron con los ladrones, les dejan llevarse el dinero e incluso una cajera les ayuda a ponerlo dentro de la clásica bolsa de plástico. Mientras otro de los chicos dependientes es atacado con una patada por el patibulario sujeto por no acceder al pedido de entregar algo que no se ve. El video es elocuente volviéndose muy visto o viral, como se dice en los términos de la cibernética.

Por no estar formado en las largas colas de cajas, paga uno. Horas interminables, bueno de sesenta minutos cada una, pero que parecían al tres por uno. No sabes cuál irá más rápido, buscas a la cajera menos lenta o al cajero que tiene cara de inteligente y cuando llegas resulta que es un auténtico lelo. Te marca artículos de más, cobra dos veces las latas de atún y el café lo rechaza por no estar en su lista; de por si carito. Al final, cuando pensabas que habías lidiado con su ineptitud, no te acepta la tarjeta de débito argumentando que no hay línea, llama al gerente y éste se mantiene muy ocupado cambiándole a la anciana que iba delante de ti, un billete de mil pesos, de esos que ya solo tienen los narcos y peña nieto, el compinche.

Dos horas para llegar a pagar, dos horas en la compra de cochinadas de nula utilidad, peleándonos con cualquiera por unos calzones rojos de bajo precio, para el fin de año, de una vez. Los que van con la esposa y ponen su corazón en un doce de cerveza, para que la mujer saque del carro esas y la pantalla de cincuenta y cinco pulgadas de mucha utilidad para el disfrute del fútbol en compañía de sus lamparosos amigos.


Gracias al buen fin, pude captar el comportamiento de la gente que se fue de compras en automático la noche del viernes, a una tienda que te sugiere en el idioma de Trump "la mejor compra", la forma desquiciada de quitar los artículos de sus bases, asegurados con alambre del 100 a prueba de bombas atómicas pero no de alicates rompe candados de ratero experimentado, casi como diputado federal. Una señora, bajita, de complexión gruesa, vestida de rojo, entallada, luciendo gran ombligo, producto de varios embarazos y no es que lo trajera de fuera, se notaba la oquedad en la tela. Traía botas negras hasta poquito abajo de la rodilla, tocada con un peinado que denotaba haber dejado la cama hacía unos minutos, de tez morena, quemada por la herencia y el sol. Entró la greñuda al comercio, en compañía de sus hijos de la misma pinta, pero de mayor estatura, rapados y tatuados, sudorosos con tufo etílico, parecían guarros venidos a menos. Estos personajes hicieron acto de presencia en el lugar, cargaron pantallas, computadores y celulares, pagaron en la caja con sendos paquetes de dinero y salieron mondos y lirondos con rumbo desconocido. Aquí se nota que el poder adquisitivo de la gente cambió de código postal.

Para no parecer Xenofóbico, estoy de acuerdo con que esas personas paguen al salir no como los presidentes de la república, que al fin de sexenio se llevan hasta nuestra autoestima.Yo hubiese querido que en el Buen Fin, se tomaran en cuenta los medicamentos de quimio, las cirugías de cadera o las prótesis para tal procedimiento. Buen fin en los seguros de gastos médicos mayores, en el predial, en los cobros municipales a lo chino, que los constructores no tengan que dar moche al municipio como parte de la construcción. Ya saben, las ratas merodean en todos los confines de la tierra.

Bueno mis estimados lectores, espero contar con su atención al blog y nos leemos en la próxima, si es que no me desaparecen por orden de aquel que hace las veces de City Manager.

Saludos a los niños.

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