EL ROBO DE LA DIGNIDAD DE UN MEXICANO

Pedro Alfonso González Ojeda

(Entrevista reproducida sin el permiso del autor, el padre X por continuar desaparecido)

"Juan Elías, según sus padres, nació en el barrio de Tepito. Según sus tías, fue un 13 de diciembre de 1973.  Las dos hermanas de Juan, Guadalupe y Rosa María comentan que fue el más chico de una familia de cuatro. Manuel, se fue a los quince años a vivir a Texas y jamás volvió; se hizo gringo, eventualmente, por navidad habla con ellas. Juan Elías quiso irse para allá pero lo desalentó su mujer, Nicanora, o Nora, como le dicen". Por el sismo del ochenta y cinco, llegaron a San Luis a vivir.

La sala, es amplia, tal vez seis por tres metros, las paredes pintadas de un verde claro, casi pistache, el salitre emerge con la confianza de un ser viviente hasta un metro de altura, hay cuadros típicos colgados de cordoncillos enegrecidos por los años, con el típico clavo oxidado que soporta el peso sin queja alguna. Hay títulos profesionales, pinturas famosas reproducidas por algún artista que confundió un poco a las Meninas con el claro-oscuro de Rembrandt, imágenes de la virgen de Guadalupe en tres o cuatro formatos y fotografías retocadas de personajes pre revolucionarios un tanto grotescos. El mobiliario de varios estilos, Luis XV un par de sillas y el sillón donde estoy sentado, la mesa de centro es rústico mexicano así como otras sillas más, donde las tías de Juan reposan abultadas sentaderas. Algunos niños pequeños juegan al fondo de esta habitación convertida en sala por obligación cultural, una mujer alta, muy alta tan delgada como una vela, de ojos saltones y gran mandíbula, poseída por el gigantismo, me observa parada atrás de una señora muy parecida a ella, pero sin las proporciones de ésta como queriendo decirme pregúntame, yo se todo.

Y frente a toda la familia, comienzo:   

"Juan: -que en realidad fue el motivo de la reunión-, Primero que todo ¿Me permites grabar esta entrevista? -ya había encendido la grabadora minutos antes-.

¿Cuál fue la razón de tu queja contra el gobierno y por qué te privaron de la libertad? 
Se hizo el silencio, las miradas cruzaron literalmente como láseres rojos, me sumí ligeramente en el sillón que de por si era mullido, la mujer alta me apuñaló con la mirada que se hizo más profunda. Juan tosió un par de veces, puso sus manos a cada lado del borde de su silla y se acomodó como si quisiera levantarse, muy despacio comenzó su respuesta":

"Me quejé de las autoridades del municipio, de las arbitrariedades que cometen los policías que extorsionan a diario, hay aún gente que está desesperada, por un lado los delincuentes que piden piso para dejarte seguir en tu tiendita y parte de ese dinero se lo dan a los funcionarios, ya no sabes quienes son peores. Decir algo en contra y en voz alta, te condena a que te vaya mal. Muchas personas que antes creías decentes trabajan para los malosos, venden droga, participan en el robo de autos y dicen que no pueden negarse a hacer esas cosas porque los desaparecen".

¿Y todo eso que platicas lo dijiste en alguna otra parte y cuándo lo externaste?

En este momento interviene Nora, la mujer de Juan, se queja que el hombre es muy arriesgado, que no le importa que le hagan más daño y acostumbra juntarse con un grupo de amigos a jugar dominó y vociferan de todo eso y se quejan y hacen planes para denunciar todo lo que pasa. Nosotros tenemos mucho miedo y tememos por nuestra vida y que nos desaparezcan a nuestros hijos o los maten, pero no entiende, es un terco.  

"Pues mire padre, escribí hace un año una carta a una televisora, la llevé y después que la leyó una persona, me la devolvió y me dijo que ellos no podrían hacer pública tal denuncia por temor a represalias. La llevé a otro canal y lo mismo, hasta que me fui al de efe, por el Ajusco. A ellos les pareció muy importante y me ofrecieron venir a San Luis a investigar. Fue hasta dos meses después que se pusieron en contacto conmigo y se trasladaron aquí a esta su casa. Lo malo es que llegaron  con sus camionetas con logotipo del canal y la gente se dio cuenta de que me buscaban y pocas semanas después aparece mi denuncia en las noticias y es cuando me detienen y me amenazan, me golpean y me trasladan a unas instalaciones donde había otras personas detenidas y torturadas. Me pasó lo mismo y ahí estuve casi un mes hasta que me soltaron, durante treinta días me daban de trancazos con amenazas de que si no me aplacaba, matarían a mi familia y a mi".

Juan, por qué solicitaste esta entrevista a un periódico como el mío, es decir, católico con sede en Roma.

"Pues porque ya me di cuenta de que todo esto no va a desaparecer y cada vez estará peor, pues los dueños del gobierno municipal quieren escalonar a otros puestos, así que nunca acabará la peste esta. De nada ha servido que los empresarios tan ricos e influyentes se quejen y les pregunten qué harán. Nadie hace nada por miedo. Los extorsionan quitándoles casas o departamentos y no pasa nada, todos agachan la cabeza y sueltan las propiedades para no amanecer muertos cualquier día. Si eso pasa con ellos, imagine con uno amolado. Por eso pedí al Vaticano que nos ayude, que implore a esta gente para que deje en paz a las personas que son cristianas y solo quiere vivir en paz. No queremos estar como Tamaulipas".

Poco rato pasó para que la familia de Juan se fuera a sus ocupaciones con excepción de Nora, que hacía ovillo con un hilacho de su falda y de hito en hito veía tras la ventana de la sala a sus espaldas, como si esperara a alguien o temiera escucharan afuera en la calle la conversación. Después de ver a la esposa de Juan Elías y su nerviosismo, pregunté: Juan la gente no compra el periódico nuestro. Salen de misa y dicen que dieron en la limosna el dinero sin acordarse de la existencia del diario. Entonces, tienes pocas probabilidades de que te lean aquí, pero tal vez en la ciudad de México, donde los ricos de las Lomas o Polanco, se den cuenta de tu situación y hagan algo por ti y por esta ciudad,  aunque lo dudo y perdóname, pero así están las cosas. La fe y la presencia en las iglesias ha disminuido mucho, al grado que vemos con temor la tendencia hacia el Islamismo de mucha gente que están siendo adoctrinadas por los extranjeros que han huido de su país a consecuencia de la guerra en Alepo y en otras regiones de Siria. ¿Cómo ves?
Pues no me importa padre. Usted haga el favor de ponerlo en esa revista, al fin de cuentas me hace sentir mejor decir lo que pienso de los corruptos del gobierno, de las policías que se enriquecen a nuestras costillas y maltratan a quien no piensa igual que ellos. Hablar de la tortura y de las vejaciones que uno ha pasado por la libertad de expresión. No es justo que no pueda nadie exigir castigo y denunciar todo esto que se pasa aquí. 

Bueno, cuenta con la promesa de que enviaré esta entrevista, no diré apellidos ni direcciones, no te preocupes y en cuento allá en Roma lo acepten, se te publica y gracias por dejarme venir a tu casa, conocer a tu familia pero sobre todo, por tu valentía. A ver como nos va.

Recojo la grabadora continúo con ella encendida y grabo mi trayecto. "Salgo de esta casa con sensación rara, como si varios ojos me observaran desde todos los puntos. Subo a mi coche, tomo por amplia calle para salir a colonias menos pobres hacia Avenida Universidad rumbo al centro a comer algo y poner las ideas en orden, cosa que hago por disciplina. No me percaté que un auto amarillo me sigue, se estaciona junto al mío en el hotel. Por precaución dejaré la grabadora en la guantera, antes tomo un folder que solo trae hojas blancas". "Esperé que la persona bajara de su coche y se retirara. Al parecer no me siguió. Saqué la grabadora y ya en mi habitación, escribo el texto y lo envío a Roma por mail. 

Mi celular sonó dos veces, no eran contactos míos, no contesté. Pedí un club sándwich y una cerveza a mi cuarto, comí, dormí una siesta breve para salir rumbo al obispado a saludar amigos y compañeros de seminario. Mañana será otro día.

Nota:
Al momento de transcribir lo dicho por el padre X y gracias a que se pudo rescatar la grabación y dos meses después ver la entrevista con Juan Elías publicada, se han seguido las pistas del auto amarillo cuyo número de placas del comprobante del estacionamiento contrastado con la matrícula del sacerdote facilitaron la búsqueda del clérigo por la hora de salida del primero y de que el auto del sacerdote se halla aún en el estacionamiento del hotel.

Más Nota: Lo escrito arriba es totalmente ficción. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Los personajes mencionados son también producto de la ficción y la creatividad del autor.





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