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 MI ABUELA DIJO: ¡APLÍCATE CANIJO!

Allá, en aquellos años, aplicación tenía connotaciones escolares, era por decirlo de algún modo, la forma como nos conducíamos en los años de la primaria principalmente. Los tres años de la secundaria no tenían nada que ver con el sustantivo, la hormona hacía su aparición y daba al traste con el peinadito de raya, zapatos boleados etc. Pero fundamentalmente a eso se remitía.
Aún recuerdo a mi abuelita Elodia, que tenía nombre de chela helada y por eso la amaba más. Nos decía insistentemente: "Aplíquense canijos porque el mundo es para los listos" Más tarde, al correr de los años me di cuenta que eso no cierto, como ejemplo, un servidor que les habla por celular.

Y precisamente, hoy, en el dos mil diecisiete, los teléfonos inteligentes tienen opción a tantas aplicaciones, como babosos peleoneros van al fútbol. Las hay para todo y para cada uno de los habitantes del planeta. Estoy seguro que la evolución de los dispositivos no se detendrá jamás hasta lograr que la gente no tenga que moverse de sus vidas para hacer algo. Más pronto que tarde todo estará a nuestra puerta, cualquier necesidad se verá cumplida con LA APP, forma como se le conoce en el mundillo del ciberespacio.


En el día a día, tan pronto como se abran los ojos y se estire el cuerpo, la App que conviene es que se prepare la ducha. Para eso, bajamos con antelación que la compañía de gas mediante un pago previo, active el flujo de gas natural para encender el calentador. Simultáneamente se prepare el jugo de naranja o el de nopal con pepino y betabel. Así, durante el día entero haya necesidad de tales subterfugios para hacernos placentera la existencia. Al trabajo iremos en Uber, con su aplicación correspondiente, que ya tienen hasta los dueños de concesionarias de taxis y creo los taxistas van ya a trabajar en la misma forma.

Hay sin embargo aplicaciones siniestras que me platican por ahí y que me han dejado perplejo pero no dejé de preguntar el nombre de la misma. Y agárrense de lo que puedan aunque no deban, APPKILL. Esta funciona de la siguiente manera pero no lo hagan en casa: Es para individuos de sobrados recursos económicos. Por ejemplo, si manejando por las cacarisas calles de la ciudad alguien se molesta contigo por dar vuelta en U repentinamente, o le ganaste el estacionamiento a un mefistofélico sujeto y te la hace de jamón, se emberrincha y te muestra la uña de su dedo índice muy erecto - el dedo-, debes tomar foto del tipejo, de las placas y si pudieras, también del dedo en indecente posición. Al llegar a casa, bajas la Appkill con un moderado costo de dos mil pesos. Escoges qué tipo de actividad punitiva le aplicaras al señor, subes las fotos, escoges cuántos aguerridos guarros irán a partirle la jefa, pagas cincuenta mil pesos y te despreocupas de todo. Pídele al cielo que no se descubra que tu mandaste al comando porque así te va. Pero se dice que nunca ocurre tal cosa y que quedarás conforme con el trabajo. ¿Siniestro, no? Les dije.

Dentro de las miles de aplicaciones que están ya en el mercado, la de solicitar servicios de alimentos es la que mas disfruto. Pedir y pagar comida que llega a casa más rápido que disparos en Reynosa, es súper. Hay otra que pienso seriamente instalar en mi teléfono, la de los masajes a cargo de señoritas cultas y hermosas. Combinación poco frecuente. Estas chicas te garantizan dejarte totalmente satisfecho a tal grado que como el Uber, no podrás prescindir del servicio.

Los invito a que le den un look arround a su celular, entren a la appstore de sus preferencias y lo que se les ocurra pidan bajar la aplicación. Muy pronto saldrá la de Taquitostequis.com.
Hasta la Próxima

Comentarios

  1. Está a sus órdenes el taller no presencial de creación literaria. Ponte en contacto por este medio y sabrás los requisitos.

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