POR FIN CONOCIMOS LA VERDADERA FRIDA

Gratamente impresionado me mantuve frente al televisor, contemplando con entusiasmo la ceremonia protocolaria y los sucesos posteriores que organizaron con eficiencia en el estadio Alfonso Lastras el día del partido de fútbol de la selección nacional contra Trinidad y Tobago. El comportamiento de la afición fue ejemplar, hermanados por la reciente tragedia sísmica, los relatos de los medios y la presencia en el campo de los representantes de la fuerza de ataque ante desastres de este tipo. Las fuerzas armadas tuvieron una participación pulcra en el despliegue y recogimiento de nuestra bandera. Sin embargo lo que a mi en lo personal me produjo emoción fue el coro de más de veinte mil personas entonando el Himno Nacional. Coordinados como si se hubiera ensayado muchas veces y el respeto por el himno del equipo contrario.

Tal vez ya no era necesario presentar a la Frida con su atuendo de trabajo, siendo que ya se quiere dar en adopción, pero parece que se halla contenta así y ni hablar. Era muy importante que los comandos del ejército encargados y cómplices de televisa en la otra mentira, la de la niña Frida no se qué, escogieran como salvación a su metida de pata a esta perra labrador y la bautizaran con el nombre de marras. Quien va a saber que así se llamaba la niña no humana en cuestión. Se lo sacaron oportunamente de la manga los militares, el chino Chong de Gobernación y Danielle la conductora de televisión que pasa a las ligas mayores de Emilio Azcárraga por su desvelada y pasión histriónica para narrar un acontecimiento falso de toda falsedad. 

El árbitro del partido dio el silbatazo inicial -lugar común- moviéndose los jugadores como si entregaran en cada pase la vida entera; ambos bandos. El equipo mexicano apodado con el mote del tri, que por cierto  ya no le queda, dio un pésimo partido en el primer tiempo y en los 40 minutos del segundo. Como siempre los goles caen como en una película de terror, donde los buenos le ganan a los malos en los últimos minutos, cuando los espectadores  están al filo de la butaca o de pie incesantemente, coreando a su verde equipo y cuando se ve la luz al final del túnel, comienzan a cantar el cielito lindo que debieron estar coreando sin descanso desde el inicio del partido, pero así es, qué remedio, estamos con la selección hasta que gana. No se cantó el gol de Trinidad en actitud totalmente antideportiva de una afición que había mostrado su educación guardando silencio durante la ceremonia de los himnos de cada país. El extranjero, el malo nos dañó con su gol profundamente y por segundos sentimos un odio solo comparable al que le tenemos a Peña Nieto y su camarilla de ratas inmundas.

Me gustó mucho el conjunto de familias en el estadio, muchachas bonitas como de angora (así se decía en mis tiempos cuando se era de fina casa), captadas por las cámaras de TDN con solaz y esparcimiento - otro pinki lugar común- caritas hermosas que fueron esparcidas para televidentes de más de cincuenta países y que la población masculina de Trinidad y Tobago hace maletas para venir por alguna potosina y una caja de enchiladas de soledad.

Fue la del viernes pasado una noche diferente, con entretenimiento necesario para calmar nuestras frustraciones y sinsabores de las semanas que pasamos. Y digo que pasamos porque mi hijo menor vive en la Cdmx y ya sabrán la que se vive.

Para mis lectores asiduos, les mando un saludo y espero que pronto nos leamos en el Pulso de San Luis.

Hasta la próxima.

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