¿QUÉ HAGO DE MI PARTE PARA QUE TODO MEJORE?

Riñonuda reflexión que compete a todos.

El recuento siniestro de la gran cantidad de personas que murieron en los sismos, de aquellos que lo hicieron poco después asfixiados por las lozas, y los que fueron rescatados y fallecieron en las ambulancias o en el hospital, sumaron más de mil, minimizado por los medios por mandato gubernamental, como siempre. Pero qué 
hay del recuento de vivos, o sea de los rescatados en cualquier situación pero que salieron respirando, bueno, tosiendo pero coleando, porque los hubo por centenares, ayudados por una población solícita, dispuesta en todo momento para darle la mano al hermano en desgracia o a la hermana Engracia, una monjita del convento de Vizcaínas que repartía la comunión a enfermitos de Tlalpan y que salió como pedo del edificio que estaba a punto de derrumbarse, lo curioso es que salió en ropa interior, en su caso un camisón largo, hasta el dedo gordo, con su tocado de madrecita impoluto; bendecida por ángeles y arcángeles. Los medios al querer abordarla para lograr sus primeras palabras después de nacer por segunda vez, ella simplemente se desapareció. Intangible como una nube, como suspiro de Cardenal adinerado, como asesino en motocicleta. 

Lo dije en mi entrega anterior, que los autóctonos de la CDMX, se aman en desgracia y se odian el resto del tiempo, esto es entre un temblor y el siguiente. Hacen su parte los aztecas y no han perdido su aguerrida condición de hijos de la Gran Tenochtitlán, caballeros águila que a la menor provocación le asestan un tiznadazo al vecino, al transeúnte a su misma madre si fuese necesario. Bueno pero esta vez, no hubo uno, que se abstuviera de brindar su ayuda sin descanso. ¡Qué bonito!

¿Qué nos está pasando en el resto de la república? Aquí en esta potosineidad se siguen presentando crímenes de horror, las bandas están desatadas, la violencia salta por los poros. Insultas al automovilista que te ganó el arranque del semáforo...por cierto qué bonitos los nuevos de Carranza, pinches monitos que caminan como político con hemorroides. A ver cuánto duran...Decía, improperios a dios dar, las calles, los comercios son estira y afloja contra la demás gente, ¿necesitamos un siniestro para hermanarnos?
Llama la atención, que a los mercados que voy, ya por tragón o por mandilón, ahí las personas se tratan como tales. La gente que decíamos antes que era mal educada, ahora son ejemplo de buen trato y cortesía. A su modo, claro, pero te llevas buena impresión comprar todo en lo nuestro, en nuestra patria. Cuando voy a tiendas como home lo que sea, siento que mis treinta y cinco pesos se van derecho al tío Sam y eso me disgusta. Y en el mercado hayas de todo, más barato. 

Antier, -los cultos dicen anteayer-, pensaba congratularme con los norte americanos por las decisiones encabezadas por los chavos milenials, que ya no soportan a su presidente y salen a las calles a manifestarlo abiertamente a pesar de la clásica represión policíaca. Un día después me entero casi en vivo, de la masacre ocurrida en Las Vegas, cuando aún no me reponía de los garrotazos acaecidos en Barcelona con la votación independentista ya anteriormente resuelta y que el estúpido de Rajoy como buen tirano moderno, hermano, del  Inmaduro de Maduro, mandó a la fuerza pública a repartirlos. Lo de Las Vegas no me extraña, no se necesita que sean soldados de ISIS, con la propia locura de los egresados de Vietnam o de Afganistán tienen. Matar es para los gringos, como comer tacos aquí en la patria.

Esa desgracia de la ciudad de los casinos, hermanó a los asistentes como nunca lo habían visto. Una sociedad multicultural en un concierto de música country donde todo era paz y alegría, las luces de miles de celulares ondeando rítmicamente. Caras felices que no se merecieron morir tantos a manos de anónimo hasta entonces sujeto.

Hasta el momento de esta nota, 59 muertos y casi 510 heridos. Cuarenta de ellos, en situación crítica con heridas por proyectil de arma de fuego en cráneo y columna. Ni modo, ya dado el golpe ni dios lo quita.

Felicito a mis escasos lectores por su buen gusto de poner ojos e inteligencia en mis publicaciones tan irregulares en su puntualidad como fidelidad de gato. Y la respuesta a lo que podemos hacer para mejorar el mundo...no existe.

Hasta la próxima.

Comentarios