¿QUÉ NOS PASÓ CUANDO TODO PASÓ?


Dr. Pedro Alfonso González Ojeda.

Platicaba en días pasados en larga conversación con un amigo filósofo. Ya saben que estos profesionistas se cuecen aparte y no es fácil comprender de primera instancia lo que saben de la vida y del hombre. Por lo menos en mi caso le pido que me explique lo que advierte, lo que sucede a nuestro rededor, lo que piensa la humanidad en nuestro tiempo y si hay diferencias reales entre los aconteceres del pasado y los que vivimos a diario.
N, se queda pensativo, me ve a los ojos por encima de sus pequeños y redondos lentes oscuros. Bebe un sorbo de café y dispara su respuesta con un ánimo que ya qusiéramos muchos setenteros.

- Mira mi estimado Perico, te lo esplico a ti de una forma que puedas entenderlo, no porque seas tonto o algo parecido, sino por que lo vas a publicar y tus escasos lectores deben comprender como anda el mundo sin ambajes ni laberintos en la prosa.


De entrada, mi cuate...me ha dicho analfabeta y mal escritor.
- ¿Haz oído de de Kierkegaard?
Si, contesté levantando una ceja, como de inteligencia. Agregué con énfasis: fue un filósofo y teólogo Danés que se lo considera padre del existencialismo, le leí solamente Migajas filosóficas en los años de la prepa.


Detuvo mi perorata agitando una mano como si saludara a alguién.
- Sören Kierkegaard en efecto habló principalmente de las principales etapas de la existencia humana; recordarás por otra plática que tuvimos hace un par de años que él sostenía que los años de vida pasan primero por un estadío estético, donde abunda la espontaneidad y el libertinaje. Años felices, cierto, pero dejan escaras imposibles de olvidar, como el surgimiento del amor furtivo y pecaminoso. Luego tendremos el estadío estético, de la buena conciencia donde no nos parecemos al adolescente que fuimos y caemos en la crítica hacia el ser y su existencia. Y por último el religioso. Este lo trata en su último libro: La enfermedad mortal publicado en 1849. Entonces, como él escribió siempre, lo que significa la existencia y la angustia que nace de la imposibilidad de superar la paradoja de saber que hay una finitud de la existencia corporal y la infinitud de una vida posterior. Anteriormente en el siglo XIX, las personas tenían grandes posibilidades de morir en la juventud y se llegaba a la vejez a los cuarenta y tantos. Tenían por lo tanto prisa por vivir todo con apremio, de ahí las guerras, los cambios en las directrices políticas y sociales. La mujer se casaba a temprana edad y por las convulsiones bélicas, enviudaban muy pronto, fueron madres solas a finales del siglo, como ahora, solo que mucho más jóvenes y con mayores ventajas y muchas más desventajas.

Hoy la longevidad es promisoria, permea en la actitud de los jóvenes, llegarán muy tardíamente a viejos, no les interesa si sanos o no, ya no le temen al Sida, mucho menos a quedar estériles por unas paperas. (Esto último no lo entendí en la grabación de la plática). Prefieren eso, la infertilidad, que hacerse cargo de otra persona y descendencia. El sentido de pertenencia y permanencia lo acentúan con el tatuaje, que no es de ningún modo algo nuevo. Desde el hombre de las cavernas marcar su cuerpo les daba y les da actualmente, identidad.
- Oye N, pero por qué la violencia desmedida que trae aparejada la inseguridad o viceversa.
- Tampoco eso es nuevo, mi estimado galeno aviador. La violencia desmedida como tú le dices erróneamente, nos es atávica. Ustedes los católicos conocen por la mitología cristiana que Caín ejerció violencia contra su hermano Abel, que de un quijadazo lo mandó al otro mundo sin arrepentimiento. Adán ya había tenido más hijos con Eva y con algunas de sus hijas, así que la muerte de uno de ellos representaba una boca menos que alimentar. Lo mismo que ahora, sólo que el incesto es penado por la ley, pero casos, millones. La violencia se deriva de la falta de coheción familiar, de la disfuncionalidad y la pobreza. El reclutamiento de niños y jóvenes por el crimen organizado, incluye ambos sexos; todos quieren tener pan para llevarse a la boca y armas para llevarse por delante a otros . Las bandas tampoco son de esta época y mucho menos la corrupción. El hombre se corrompe fácilmente, todos tenemos un precio.
Familias ultradisfuncionales de la TV
N, ve su reloj, tiene pocos minutos antes de irse a clase, termina su café, me ve como quien observa un bicho extraño, engulle la última galleta sobre el plato y se despide con un saludo muchachero, dejando ver en una de sus muñecas una veintena de lacillos rojos, verdes, amarillos y un tatuaje de un símbolo nórdico en la cara anterior de su brazo que antes no le había visto. N, es egresado de la UNAM, de la facultad de Filosofía y Letras, con una maestría en Harvard, vive desde hace mas de veinte años con una filósofa rusa en la ciudad de Guadalajara, ambos vienen a San Luis periódicamente con la finalidad de dar cátedra. N y AN, son excelentes amigos, con sus recovecos filosóficos. Me gusta grabar las conversaciones y reproducirlas tal cual, pues N es prolijo en el hablar. Viste despreocupadamente, muy casual, demasiado, para mi gusto y usa huaraches. Su compañera saludó al llegar pero se fue a sentar sola a una tumbona del café, se mantuvo ensimismada en su iPad una hora después, con discreta seña, le dijo a N, vámonos.
Así, sin más, concluyó esta platica con mi amigo N, en conocido cafetín de la localidad potosina. Y aunque haya parecido poca cosa en lo que respecta a la profundidad del tema...me temo que será muy difícil volver a saludarnos pronto, pero de que los filósofos se cuecen aparte, nadie lo duda.
Yo recomiento una serie de televisión muy ilustrativa para entender amenamente todo este rollo de la Filosofía, sus aristas y paralelos, vean Merlí.
Saludos y hasta la próxima.





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