OJOS INOLVIDABLES


OJOS INOLVIDABLES.

Dr. Pedro Alfonso González Ojeda

La semana pasada, dentro de las múltiples actividades propias de la reclusión casera, estuve viendo videos de ovnis a tal grado que me soñé abducido por una raza alienígena conformada solo por mujeres, bellísimas todas, rubias, con grandes ojos de color azul acero, medían entre uno noventa y dos metros y medio, imagínense lo demás, forradas en uniformes del color de sus ojos, bueno una grandiosidad.

Fuimos llevados, digo fuimos porque conmigo iban tres buenos amigos y tres muchachillos milenials y una doctora. Viajamos dentro de una nave interestelar muy cómoda, de mullidos asientos. Las escotillas cubiertas por raídas cortinas parecidas a las del Kremlin con todo y la imagen del compadre Vladimir. Fuimos atendidos por las chicas del personal de cabina que se dedicaron más a llevar contentos a los niñitos mocosos con cerveza a discreción, mientras que a la doctora y a mi, nos dieron mezcal curado de jamaica y canapés de queso gouda y champiñones. Los tres compañeros y amigos, mal se subieron al vehículo espacial, se durmieron por ser viejitos...¿Cómo supe que era doctora mi acompañante? Ah, pues porque traía bata blanca, cubrebocas y un estetoscopio colgado al cuello, sino, ni en cuenta. No alcancé a terminar la bebida cuando ya estábamos llegando al planeta destino, se me hizo un instante el viaje de quien sabe cuantos años luz de distancia.

A partir de ahí, mi sueño se volvió nebuloso cortándose abruptamente. Volví a dormir con la esperanza de ver otra vez a las grandotas de ojos y todo espléndido. Pero la segunda parte onírica de esa noche corrió a cargo de una legión de platillos voladores que entraban a la atmósfera terrestre en racimos para luego distribuirse por todo el mundo. Unos acuatizaban en el atlántico, otros en el lago de Chapala y así fueron distribuyéndose hasta azorar a la población mundial. Las cadenas de televisión, los periódicos y gente común no comprendía lo sucedido, por lo que tuve que subir a un templete muy alto y echar un discurso explicativo del acontecimiento. Si no ha sido por mi, la humanidad no entiende qué pedo, ahí estarían ahorita con caras de ¿what?

Los rugidos de un huracán me despertaron y como ya iban a dar las diez de la mañana me levanté dejando para otra vez el resto de la historia. Así pasaron seis noches más, sin volver a estar en contacto con las fuerzas extraterrestres que nos visitan ahora y que muy pronto habrán de manifestarse en toda su grandiosidad.

Ojalá me vuelvan a surtir del orégano ese muy puro que aspiramos para que el coronavirus no nos ataque y se siga de largo a casa del vecino.

A propósito de los despropósitos, una señora me llamó muy indignada para increparme por no haber continuado con el relato del fin del mundo, ese del Corán y la Torá. Tuve que decirle que estoy en la documentación plena, estudiando las señales Mayores del Islam y las profesías de las Sagradas escrituras de La Torá. Que yo creo me voy a tardar un par de años más para entenderlas en toda su extensión. No desanime señora. Cualquier año de estos le sigo.

Unos días antes me contactaron un par de politiquillos de la Colonia Polanco de la CDMX con el fin de saludarme preguntan si lo de la marihuana va en serio o se dará marcha atrás en las leyes y reglamentaciones. 
Por qué a mi, yo que tengo que ver, solo por haber tenido un compadre "pacheco" me hacen ese tipo de preguntas; por cierto el tipo,  se fue a vivir a los Angeles donde está permitido quemarle las patas a Cuauhtémoc y me hizo socio de la droguería. Tendrá algo que ver esa relación de negocios con la pregunta de los politiquillos?

Por eso, mejor sigamos con los videos de ufovnis, finalmente los escépticos dicen que son fumadas de opio, o de mota 

Hasta la próxima y disculpen no seguir con el Diálogo Viral.



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