LA TORMENTA QUE ViENE

 Dr. Pedro Alfonso González Ojeda


Gatherin Storm, La Tormenta que Viene, es una novela de fantasía, obra de dos escritores norteamericanos: Brandon Sanderson y Robert Jordan. La saga de estos libros se llama: La Rueda del Tiempo. Lo triste, es que quedó temporalmente inconclusa por la muerte de Jordan en el dos mil siete por Amiloidosis cardiaca. Terrible condición que te lleva a la muerte. Los editores le pidieron a Sanderson que concluyera el libro; Se hizo y se nota. La traducción al español tiene menos de un año, aún no disponible en medios digitales. La edición en inglés y otros diez idiomas está lista desde 2009.

Pero la neta, esta saga de libros es una  profunda inhalada  de mari & juana. Solo intenté leer La Tormenta, en el Parnaso virtual. (El Parnaso es una de las  librerías más antigua de la CDMX) El tema les va a encantar a los amantes de Star Wars. Por otro lado y cambiando el tercio, analizo a su vez, que la vida en este planeta se hace cada día más complicada, en especial este año ha sido mucho peor que los anteriores, sin haber sido joyitas aquellos. El rumor de que por el escape de vapores en un laboratorio chino, en Wuhan, se escapó el Coronavirus, resultó ser altamente contagioso y todo eso que saben de sobra. A estas alturas a nadie le importa de donde salió, lo prioritario es que tengamos vacuna. Existen dos opciones, o te curas o te mueres. Si sucede que te cures, de todos modos podrás volverte a contagiar. "Cependant Mourir", mueres cobijado por el sistema de salud, entre médicos, enfermeras "güenonas", trabajadoras sociales etc. Vas derecho al crematorio. Es lo mas conveniente. Si tu familia halla lugar para sepultarte, que tomen la precaución de echar loza de concreto encima, ademas de la tierrita. ¿Por qué? Pues por la sencilla razón de que al paso de los días tu cuerpo inerte, con miras a la putrefacción y festín de gusanitos curiosos, pronto derivará en que emerjan seres portadores del virus que provocaron las consecuencias de tu deceso. Ya sé que a ti eso no te importa, ya estarás frito, pero a los que tenemos planes para permanecer en la tierra más tiempo, el curso que lleva la cronología de tu cuerpo putrefacto, producirá en los vivos la posibilidad de la Peste bubónica. O sea, si te das cuenta, ya van muchos congéneres sepultados en fosas comunes, al ahí se va. 

Para colmo, antes de que finalice este fatídico año, en noviembre, saldrá reelecto Trump. Por otro lado, China pondrá un 28% más a aranceles en importaciones, el dolar deberá perder, el petroleo subirá y AMLO perdurará por siempre amen. Todo esto para la navidad. Obvio por otro lado, gracias a FRENA comenzará en nuestro suelo la consecuencia violenta del neo-liberalismo, auspiciado por la inconformidad rica y poderosa. ¿Leña? si, si hay, mucha y lista para arder. Perderemos más paisanos de todas edades. De ocho a diez mil muertes por los trancazos, bombazos, garrotazos y madrazos propios de una rebelión contra el autoritarismo, la hegemonía, tiranocracia y dictadura del poder federal. 

La reyerta nacional provocará para el año siguiente, un balance negativo de conciudadanos, sumados a la pandemia y los narcomuertos-👮👬👯👫-, más de ciento veinte mil al cielo. ¿Cielo? 

¿Creen ustedes, apreciados e inteligentes lectores que los años venideros serán mejores?
¿Consideran amigos míos, que andaremos sin cubre bocas para el veintiuno?
¿Ganará el Cruz Azul alguna vez en su recochina vida futbolera?

Cuestionamientos matutinos surge de mis dos neuronas al ritmo de traguitos de café, ¿qué hubiera sido mejor? Navegar al etéreo universo  siendo fantasmas por daño colateral calibre cincuenta, por sobredosis de gas pimienta, garrotazos, balas perdidas o víctima de un méndigo virus de raza amarilla, más malo que Elba Esther Gordillo y Paco Ignacio Taibo II juntos.

Prefiero quedarme en casa, esperar el mediodía con sendas cervezas heladas, botana de almendras, cacahuates chinos...no de esos no, mejor unas papas con jalapeño y no es albur. Copa de mezcal del que sea, mi garganta aguanta eso y mas. Como decía mi compadre Medellín, desde agua hasta aguarrás, sin tocar los extremos. Todo esto en mi sillón favorito, sumido ya, por la vida y los múltiples posicionamientos de mi osamenta maravillosa (le digo así por haber soportado caídas  tan graves como la economía, sin resquebrajarse).  Al rededor de las doce horas doy lectura al libro semanal o veo el televisor; noticias terroríficas que se digieren mejor a sorbos de mezcal, de cerveza, al buche va el queso, jamón serrano acompañado de rodajas de melón. Eso es gozar la vida, quedarse en casa como manda la OMS. No manda la organización ponerse pedos, pero saco en conclusión que es lo mas conveniente.

Que ¿qué hago por las tardes? Preguntará algún lector más ávido de conocimientos jijos. Antes de la siesta o después, respondo más lúcido. 

Antes de ese momento trascendental de la vida, como un postre, es decir, me engullo un delicioso chocolate micro-Costanzo (cada vez mas caros y mas delgados. (los Enanitos parecen obleas, en fin), Duermo hora y media o dos, depende de un perrito que aúlla cerca de casa, sometido a algún martirio cotidiano, tiene tres meses en la misma actitud, sin que hubiese algún humano que ponga remedio. Hace unos sábados una mujer le profirió dos amenazas, la primera fue advertencia ¡Cállate peeerrrrro! El can silenció sus lamentos por escasos dos minutos y continuó sin decir agua va. ¡Auuuu! decía el animalito. ¡Auuuuuuu! repetía con insistencia de cobro telefónico de Banamex. Y la susodicha fémina, profirió de nuevo otra arenga, esta vez con más pulmón: ¡Cáááálllllate* PINCHE perro! Para mi, el calificativo fue suficiente, el can, silenció su llanto por el resto del día. El aplauso fue unánime, por todas las ventanas del vecindario se oyeron risas, bendiciones y sin haber visto a la señora del pulmón antiperruno, debió sentirse orgullosa. 
A estas fechas extrañamos a la mujer cuya desaparición del escenario vecinal se hizo para siempre, no sabemos si el perro se la comió o sus quejas le hicieron mover su anatomía a otros rumbos citadinos sin aullidos. Lo que no extrañamos es al perro, que sigue en el mismo tenor, con más potencia que antes de acuerdo a su crecimiento natural. Supongo que el amo debe sentirse orgulloso de su amiguito mascota, futuro ganador de Guines de aullidos perpetuos sin participación de la sociedad protectora de animales, que a propósito jamás contesta el teléfono ni protegen un chingada. Perdón por el epíteto, pero es una fuga de la impotencia de escuchar el encono de un llanto plañidero más digno de velorio de Iztapalapa.

Hasta la próxima.
Quédense en casa, aunque sea la de la vecina.





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