Por acabarse enero y el mundo



Dr. Pedro Alfonso González Ojeda

Los recuerdos como la respiración, son los únicos que acompañan a la mayoría durante la vida, son imprescindibles y salvo condiciones especiales, desaparecen. Los primeros, cuando se sufre una contusión cerebral o se llega a la demencia senil o el Alzheimer. La segunda, pasa al morir. Por esta razón aferrarse a los recuerdos es tan importante para suscribir las historias de vida que múltiples autores le dedicaron la existencia entera recabando los acontecimientos del día a día. 

En esas entretenidas historias hemos leído infinidad de veces que ante un suceso terrible, cuando la naturaleza da muestras de actividad o en momentos en que los seres humanos damos ejemplos de insensatez, de barbarie o desapego a la vida y sus leyes, u ocurre una pandemia, se dice que el mundo se va a acabar ya. De inmediato surgen los escritos sagrados de religiones donde se muestran los signos mayores o menores, los cuatro jinetes salen de la cuadra celestial para recorrer el orbe con iracunda fuerza para poner fin a los tiempos.

Noé, quien en realidad pudo ver el primer fin del mundo, no se arredró ante la empresa dada por dios. No puso peros en su boca y nada tontín, se aseguró de ser discreto para ni siquiera invitar a salvarse a las vecinas, que lo tenían por hombre limpio, honesto, trabajador y galán.
No podemos decir lo mismo de la desaparición de los dinosaurios, no hubo seres humanos capaces de escribir en sus memorias las alteraciones de conducta de los animalotes inquietos por acercárseles un meteorito que yo mas bien diría meteorototote que cegaría sus vidas y la de los cavernícolas que para entonces ya les empezaban a caer bien. ese fue otro fin del mundo literalmente hablando.

La glaciación fue una fría decisión de Don Dios. Conminó a muchas personas y a un titipuchal de animales que hasta entonces se estaban portando bien, a morir sin pena ni gloria. No hubo motivo para cubrir de hielo todo el planeta, bastaba con agrandar un poco los polos y pues si, unas heladitas por aquí, por allá para engrandecer los mantos friáticos sin sacrificar a la gente que estaba tan entusiasmada con el calorcito acapulqueño y los cocos con ginebra.

Las guerras que los humanos han propiciado en el transcurso de la historia, unas justificadas y otras no tanto, han sido un fin del mundo de proporciones menos apocalípticas, como se las estila el ser supremo. Fueron para la generación contemporánea de esos hechos un fin del mundo también. La diferencia es que aún estamos vivos y salvados de aquellas hecatombes, anhelando que así siga, pero...y aquí viene otro intento de finiquitar a la especie. La pandemia. ¡Bolas!

Han puesto en boca de los dueños de grandes capitales, que el nuevo orden del mundo estriba que somos demasiados, que debe de inventarse algo que baje el número de individuos. Yo podría sugerir mandarles brazos armados del cártel jalisco. En pocos días tendrían resultados. Pero ellos han pensado en una estrategia que no deje duda que proviene de una enfermedad tan terrible que en cinco años se haya logrado el equilibrio mundial.

También, los ufólogos ponen su ovni de arena, están difundiendo avistamientos en todo el mundo, acompañados estos, de nubes con formas geométricas que asemejan edificios de ciudades flotando en el éter. Incluso, nos han presentado humanoides muy horrorosos para nuestra idea de la belleza, que si así son las mujeres de su planeta, yo paso. Aunque igual no hay, las extinguieron o tal vez quieran a las nuestras, (tranquilos amigos lectores tampoco se trata de eso...vi sus intenciones). Este fenómeno ufológico, desata la percepción de que en realidad, se acabará el mundo, ahora si, por una guerra nuclear. Eso es lo que los alienes no quieren. Que les dejemos un tiradero como el que Trump dejó al sucesor.

Si se animan a leer el capítulo del Apocalipsis de San Juan, para mayores datos, está al final de la biblia que tienen en algún lugar de la casa y probablemente tan vieja como sus abuelas, ahí hallarán un versículo que creo dice: Cuando todas las cosas referidas comiencen a suceder, pon tapias en puertas y ventanas, NO SALGAS A LA CALLE no abras a nadie, ponte a orar. No se menciona "ponte el cubrebocas", por que no había, se tapaban con el rebocito. Y de esa forma serás salvado del chamuco.

Bueno gente,  chicos, chicas, hasta la próxima...si hubiese.




 



  

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