DIALOGO VIRAL
Cuento
Dr. Pedro Alfonso González.
Se había llegado el día, la preparación del
evento llevó tiempo, mucho esfuerzo y como suele pasar, las críticas no
faltaron. Opiniones de todas, sin embargo si hacemos un balance, fueron buenas,
incluso hubo graciosas, otras muy muy negativas, ya saben, iban desde, ¡qué
barbaridad, eso no funciona, están rematadamente locos, van al fracaso! También
se oyeron insultos, en especial al presidente de la asociación y a la
secretaria, que no es en realidad parte del afamado grupo, ella es una
simuladora, pero ama la niñez. En fin, no hay proyecto que no nazca con tribulaciones.
Otro personaje vituperado: el tesorero, el malo de la película, el clásico que
lo ves y corres.
Para diciembre todo estaba listo, el país sede
y parte organizadora del congreso desplegó tal cantidad de atractivos que el
programa era sin duda, modernista, ágil, muy científico. El laboratorio
patrocinador tuvo controlado el proceso en todo momento, no había cabos
sueltos, la temperatura les había favorecido, los colaboradores y voluntarios
permanecieron en reuniones sistemáticas, cuidaron hasta el más mínimo detalle.
Lo que podría opacar el esfuerzo de todos se
gestaba en las más altas esferas del poder. Ya saben, la política es infame y
sus actores lo son peor. Nubes hegemónicas de negro vestir le daban al cielo
malos presagios. Pero antes de eso, hubo una reunión, se podría decir que fue
el ensayo general entre cajas, cajas de Petri precisamente. Pero entremos en
los vericuetos del telón principal.
─ ¡Todos aquí, reúnanse y pongan atención!
Fue el llamado del director, al que como es
costumbre, pocos hicieron caso. No es para menos, la indiferencia se debe a que
es un ser poco importante, uno de los tantísimos virus del catarro común que
fue célebre en los años sesenta, acarreó algunos casos de interés, pero fue
combatido con oportunidad y no pasó de perico…hummm…perro.
El desinterés por acercarse a él, se desprende
de las conversaciones de la susodicha secretaria la Srta. Toxina eritrogénica,
hija de un maldito delincuente, el Streptococo que ha hecho mucho daño a la
sociedad, pero ella, aunque también ha sido infame, se le supo por muchos años
que era un tanto inofensiva, hoy, a la altura de los conocimientos ya se le
debe tener respeto, es por así decirlo una mosquita muerta, no solo escarlatina
a los chiquillos, también es capaz de someter a células de adultos y romperles
el coco. Los miembros del consejo le temen por eso. Pero vayamos a escuchar las
disertaciones en petit comité de la crema innata del congreso en ese ensayo, debo
decirlo, es un poco grillo.
Por fin él, dijo con énfasis:
─ Mi reclusión impide abordar algún tema, se
los he comentado a todos ustedes que me tienen afecto, o miedo, es lo mismo. No
en balde he sido rey por muchos siglos, ahora todo cambiará. La forma como me
han tratado esos del laboratorio, lo pagarán muy caro, estoy dispuesto a
impedir que se nos siga manipulando, por eso somos los Coronavirus. Qué proponen
ustedes, chicos.
Estas fueron las palabras del Coronavirus rex,
un mutante consentido del laboratorio, el país tiene puestas en él todas sus
esperanzas de expansionismo y aunque sus ancestros no eran tan malos, con éste,
¡cuidado! aparte su matrimonio con alguna especie rara, lo hicieron nefasto,
enojón, persuasivo y amedrentador, una fichita por decirlo en palabras llanas
para que me entiendan. Yo, le tengo pavor.
─ Su alteza – dijo el parvovirus, que siempre
ha sido acomodaticio, tanto anda en la garganta como en el recto-, he sabido
que pronto será usted liberado, así que nos gustaría que con su docto consejo,
nos ayude en lo posible a establecer un campo propicio para sus propósitos.
Aparte este congreso no hubiera sido posible sin su magna dirección.
Como les dije, este fulano es rollero y
sangrón, podría ser líder de cualquier partido político.
─ Si señor –expresó Herpes virus-, yo lo apoyo
encantada de la vida.
─ ¡Ay herpeticia! – la paró en seco el
Rhabdoviridae-, tú andas de boca en boca, a ti no te corresponde ser estandarte
de alguien.
Todos callaron, este tipo es de cuidado, conviene
no meterse con él, pues es muy nocivo, ha infectado a muchos perros del mundo
que no se vacunaron contra la rabia y se dice, que Bin Laden lo traía en sus
entrañas.
El coronavirus agradeció a herpeticia sus
palabras, alzó una de sus espículas y exclamó:
─ Entre los temas de esta reunión es como
frenar a ciertos virus que se han pasado de la raya o que ya no son capaces de
producir alguna enfermedad, que andan ahí de metiches creando confusión, como
el virus de la polio, que cada rato viene a solicitar cambios para ser más malo
que su madre, pero se le niegan sus peticiones por que está acabado.
─ No se crea señor ─volvió a terciar el
parvovirus─, hay lugares de África donde
se ha ensañado con furia.
─ ¡No me interrumpas parvo del demonio!-, gritó
el Rex.
¡Rey! perdón por interrumpir ─dijo el Picornavirus─
cuya afición a la fiesta brava y a su ilimitado gusto por el hígado
encebollado, dejó a un lado su gabardina amarilla para sentirse más a gusto. De
nada sirvió descubrir su redonda anatomía pues su cuerpo todo, es del mismo
color.
El Coronavirus esperó impaciente, tamborileando
sus picos en la mesa, el comentario de este.
─ ¡Habla ya, granuja! dijo el SAR Cov2, que
babeaba una desagradable flema por sus espículas. Todos, dieron un paso atrás,
estar cerca de esa excresencia no resulta ser especialmente grato y saludable.
Algunos virus y bacterias metiches prefieren usar mascarilla, solo para que
ustedes juzguen lo terrorífico que resulta ser este individuo.
Continuará...
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