OPTIMISMO GRATIS

Pedro Alfonso González.

Desde la última vez que publiqué algo, han pasado casi dos años. En ese tiempo, como todos sabemos, enfrentamos adversidades. Pero hoy, se han renovado los bríos para normalizar la vida y sus circunstancias.

En todas las esferas del quehacer humano se dan cambios, no todos halagüeños, se vive una época en que vamos por las calles orando por llegar vivos a casa o por lo menos sin daños colaterales por asaltos, atropellamientos y qué se yo. Otros peligros derivados de un gobierno frío y despótico que le ha dado a la delincuencia el salvoconducto para actuar impunemente.

Más allá, la caja de los valores inculcados por la generación de nuestros padres, está tan vacía  como un panteón a las doce de la noche. ¿El respeto? No existe. ¿Corrupción? Presente en todo el mundo. No enumeraré todos los cambios, solo digo lo más sobresaliente para no aburrir ni rayar en el pesimismo. ¿Y saben ustedes cuál es la contraparte? Atinaron, el optimismo. Unos ejemplos: Viene la primavera, se va el frío que me aqueja en cada una de las coyunturas. El cometa verde lo vi resplandeciente en el cielo de la computadora, gracias a los telescopios del mundo. Aquí, en este firmamento de la ciudad, no lo observé o no fue visible. La gente que está a mi rededor no mencionó algo al respecto. Otra cosa que mantiene el optimismo es que seré abuelo por tercera vez, ya nos estamos preparando para tal acontecimiento.

Me gusta saber, que la gente se manifestó en las calles para solicitarle al tlatoani, que el Instituto Federal Electoral no merece recorte de dineros y personal. Así planeado para coartar sus funciones e intencionalmente para ganar los comicios siempre. Volver al pasado del dedazo, permanecer en el poder como don Porfirio, como Hugo Chávez y ahora, su sucesor, el bigote tirano: Maduro. Imagínense las polendas de la no primera dama,  ejercer su reinado aeternum. Se dice por los corrillos de palacio nacional, que con frecuencia hace lo que la ministra Esquivel para escribir sus textos. Son libros muy revolucionarios, están cargados de fusiles.

Sin embargo todo lo último dicho, no es precisamente optimista, Si así fuera, ser positivos nos obligaría a pensar que desaparecen las figuras palaciegas por una micropandemia que abarque exclusivamente el ámbito de la casona nacional. ¡Pelas! Se fueron  a la porra, Los periodistas patiño ya no tendrán que levantarse temprano para laudar al jerarca. Optimismo es en pocas palabras, que finalice la poco exitosa costumbre de abrazar en vez de castigar la maldad enseñoreada en todo México.

Pregúntense que otra cosa les podría optimistas, con seguridad su imaginación se va volando a la inflación. Precios de la canasta básica de acuerdo con el salario. Que sobre para unas papas fritas, que se han vuelto más caras que un modesto reloj de oro con todo y leontina. No me gustan los sinónimos  que el diccionario tiene de optimismo; entusiasmo, ilusión y ánimo se me hacen poca cosa comparado con que se componga México  de sus heridas infringidas por locas aspiraciones de perpetuidad.

 

 

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